La gerbera, originaria de Swazilandia y Sudáfrica, es una planta herbácea de la familia Asteraceae que ha ganado popularidad en hogares y jardines por sus llamativas flores similares a margaritas y su habilidad para purificar el aire interior. Las gerberas son relativamente fáciles de cultivar y requieren cuidado asequible con algunas pequeñas atenciones para garantizar un crecimiento y floración óptimos.
Estas plantas pueden alcanzar hasta 46 cm de altura, aunque en el mercado actual también se encuentran híbridos más compactos que no superan los 30 cm. Su ritmo de crecimiento es promedio, y aunque su ciclo de vida natural es de 2 a 3 años, después de este tiempo generalmente se reemplazan por nuevas plantas.
En lo que respecta a la temperatura, las gerberas prefieren climas moderadamente cálidos durante el verano, especialmente en su período de floración, donde lo ideal es mantenerlas entre los 10-21 °C (50-69,8 °F). Un invierno fresco con temperaturas entre 12-15 °C (53,6-59 °F) también es beneficioso.
Aunque se adaptan bien a la humedad ambiental promedio, es recomendable rociar ligeramente las hojas una o dos veces por semana durante el invierno si se mantienen en interiores. Las gerberas que crecen al aire libre no requieren ser rociadas. En cuanto a la iluminación, estas plantas son amantes de la luz brillante, por lo que un lugar en una ventana orientada al sur es ideal. Sin embargo, deben protegerse ligeramente del sol directo demasiado intenso, y si la luz es escasa, es necesario proporcionar iluminación adicional.
La elección del suelo es crucial para el éxito en el cultivo de gerberas. Un suelo bien aireado es fundamental; si la tierra es demasiado compacta, se debe añadir arena o perlita junto con turba. Para una mezcla casera adecuada, combine una parte de humus, una parte de arena gruesa o perlita y dos partes de turba u hojas de humus, pudiendo agregar sphagnum si se desea. Siempre utilice una maceta con orificio de drenaje.
Respecto al riego, el suelo debe mantenerse constantemente húmedo durante la floración, pero se debe evitar el exceso de agua. Se recomienda usar agua tibia. Una vez que la planta ha culminado el proceso de floración, es importante dejar que el suelo se seque un poco entre riego y riego.
La fertilización también juega un papel importante en el bienestar de las gerberas. Durante la temporada de crecimiento, es conveniente aplicar fertilizantes líquidos cada 10-15 días para asegurar un suelo fértil y rico en nutrientes.
La propagación de estas plantas puede realizarse mediante la división de la planta durante el trasplante. Se debe desenterrar la planta y buscar brotes jóvenes de color más claro en la base. Con un cuchillo afilado, corte el brote junto con una pequeña porción de raíces (aproximadamente 1,5 cm), teniendo cuidado de no dañar la planta madre. Los esquejes también pueden tomarse de plantas que no estén en floración, y los que se obtienen por semilla deben ser sembrados a principios de primavera en mezcla de musgo y turba.
La floración es una de las etapas más destacadas de las gerberas. Producen grandes flores brillantes, y en condiciones óptimas, pueden tener hasta seis flores simultáneamente, con un periodo de floración que dura hasta seis semanas. Las flores tienden a cerrarse por la noche y abrirse con la luz de la mañana, ofreciendo un espectáculo natural cautivador. Algunas variedades pueden florecer en primavera o en otoño, e incluso hacerlo dos veces al año.
Un aspecto importante del cuidado es la eliminación oportuna de las flores marchitas, ya que continúan absorbiendo nutrientes. Al eliminarlas, se estimula el desarrollo de nuevas flores. Durante el verano, las gerberas prosperan si se trasladan al aire libre donde pueden disfrutar de luz y aire frescos.
No obstante, las gerberas requieren atención frente a algunos problemas potenciales. Pueden ser atacadas por pulgones y mosca blanca. También pueden desarrollar manchas oscuras en las hojas si se riegan con agua fría o si están expuestas a alta humedad. El riego excesivo puede causar que las hojas se tornen marrones, mientras que la insuficiente humedad puede hacer que la planta se marchite.
Las gerberas también presentan la capacidad de purificar el aire de sustancias como el benceno, según estudios realizados por la NASA, siendo beneficiosas no solo como elementos decorativos, sino también para mejorar la calidad del aire en interiores y contribuir a un ambiente más saludable. En conclusión, aunque las gerberas requieren algunas atenciones específicas, su cuidado es bastante manejable incluso para jardineros principiantes. Con un ambiente adecuado y atención a los detalles mencionados, estas plantas ofrecerán con seguridad un espectáculo floral espléndido y, al mismo tiempo, un entorno más limpio y saludable.